miércoles, 14 de marzo de 2012

EL GENERALIFE, EL JARDÍN del ARQUITECTO


Hoy tenemos el honor de inaugurar una nueva sección, que hablará de arte e historia de Granada, gracias a Francisco Javier Guillén Berrendero. Historiador y Paisajista con un curriculum asombroso (Investigación y docencia en Historia del Arte, Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia del Arte del Jardín y Paisajismo) es como nosotros un enamorado de Granada, dedicándole un lugar destacadísimo en sus investigaciones y estudios.

En esta primera entrega, traeremos El Generalife. Verjel de La Alhambra, para muchos aparentemente conocido, a través de estas líneas descubriréis piezas de su historia que harán que lo améis aún más.

El Generalife, Yannat al-Arif, el jardín del arquitecto debió ser la finca más destacada de las que se extendían por los aledaños de La Alhambra. La única almunia nazarí que ha llegado hasta nuestros días. "Trono de la Alhambra" la llama Ibn Zamrak, el gran poeta en la Granada de Muhammad V. La primera referencia sobre ella aparece en la Ihata de Ibn al-Jatib, el cual la incluye entre las diecisiete huertas pertenecientes al Patrimonio Real, destacando de ella la frondosidad de sus árboles, que no dejaban penetrar los rayos del sol, y el encanto y frescor de sus aguas y aire fresco.

Esta grandiosa almunia fue construida probablemente durante el reinado del segundo sultán de la dinastía nazarí, Muhammad II (1273- 1302), y reformada por Ismail I en 1319, está situado al pie de una elevación conocida por Cerro del Sol. Está separada de La Alhambra por un barranco y, aunque su actual visita queda unida a la de La Alhambra, en realidad constituye un conjunto totalmente independiente.

Concebida a la vez como jardín y huerta, en una organización típicamente musulmana, su emplazamiento al norte de La Alhambra y frente a la vega granadina es otro exponente de la fusión con la naturaleza que presidió las construcciones en la Granada andalusí. Su origen está unido a la utilización y gestión del agua de la Acequia Real de La Alhambra. Por ello el palacio, emplazado en ladera y en el centro de la finca, responde a la descripción de vivienda de carácter agrícola, tal y como escribe Ibn Luyun en su Tratado de Agricultura


Las cuatro huertas identificadas, de las que al menos una continúa hoy en explotación, son las denominadas Colorada, Grande, Fuentepeña y de la Mercería, que aunque con nombres cristianos debieron corresponder, a grandes rasgos, a las medievales. Estas huertas se extendían en paratas a diversos niveles por debajo del Palacio, que presidía majestuoso toda la extensión, y del que su mirador del Patio de la Acequia era sin duda la joya más destacada.

Uno de los más felices aciertos de la arquitectura nazarí, dentro del Generalife es un patio ajardinado, el Patio de la Acequia –jardines de primor, en palabras de José Tito Rojo, que son un fiel reflejo de la realidad de este patio-. Lo más interesante del jardín que ocupa el interior del patio es que el elemento de agua está constituido por la Acequia Real, canal con el que se abastece de agua toda La Alhambra. Tenemos por tanto un elemento que ocupa la totalidad del eje del patio, de dimensiones más estrechas que las de una alberca y con un carácter dinámico, ya que el agua no está quieta sino en circulación permanente. De acuerdo con las excavaciones realizadas en 1959, cuyos resultados fueron confirmados por las investigaciones efectuadas entre 1998 y 2001, el jardín tuvo una estructura de patio de crucero resuelta con un puente que cubre el centro de la acequia y que muy posiblemente estuvo ocupado por un quiosco vegetal. Una parte importante de su fisonomía original se ha ido recuperando con las restauraciones más recientes y hemos acudido a imágenes retocadas para reintegrar la fisonomía del salón del lado Norte, recrecido en época cristiana y que provocó la transformación de las proporciones originales del espacio. 


Los estudios documentales y arqueológicos realizados han aportado luz a un espacio que es definido por algunos como “el jardín más bello del mundo”. Siguiendo a los estudiosos Tito Rojo y Casares Porcel se desprende que:

Desde la época islámica hasta el siglo XVI el jardín fue un prado florido a base de plantas de flor, especies cespitosas, donde hubo frutales: cítricos, parras, granados. Igualmente plantas ornamentales: arrayán, cipreses, jazmines, laurel, rosales, y plantas aromáticas.

Las actuaciones realizadas en el Patio de la Acequia, perfectamente visibles en la visita, y que han formado parte del proyecto de restauración vegetal de Patio de la Acequia del Palacio del Generalife han recuperado el “carácter rehundido del jardín”. Los estudios arqueológicos, edafológicos... confirmaron que el primitivo suelo medieval estaba 40 cm por debajo del existente antes de la restauración.

En definitiva, el Generalife es un palacio en el que se combinan perfectamente arquitectura y huerta o jardín. Su originalidad está en la gran extensión concedida al reino vegetal, al que parece servir de marco la arquitectura. Con su huerta o jardín surcado longitudinalmente por la Acequia Real, bien enmarcado en sus laterales por una acertada arquitectura, es la estampa viviente del jardín cerrado oriental –riyad—, de lejana evocación residencial persa. 



“Alcázar de maravillosa perfección y belleza y en el que la majestad del sultán destella (...) Mano de innovación en sus paredes recamó un bordado semejante a las flores del jardín (azahar al-bustan) (...)
Ibn al-Yayyab, para Ismail I 

“Un poco más alto que el mencionado castillo (la Alhambra), la citada montaña sostiene un jardín llamado el Generalife, que es bello entre los bellos, y de los bien trabajados al máximo, lleno de toda clase de frutos extraños, en el que hay hechos muchos setos donde brotan varias fuentes (...)”
Antonio de Lalaing (1501) 


Francisco Javier Guillén Berrendero
Texto y fotos del autor.

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